Reconozco, como infante,
entre todas las cosas, el cielo,
porque cubre incluso los techos de los techos.
Una vez que quise conocer su extensión
vino a parar en olas
y como no le hallé
ni su cumbre ni su fundamento,
revisé más de un río
rastreando su otra cara:
esa que ve al mundo desde el fondo de un lago
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